Tuesday, April 14, 2015

12 de abril de 2015 – domingo de divina misericordia - Juan 20, 19-31

       Hoy, en el Evangelio, escuchamos sobre San Tomás el Apóstol y sus experiencias con Cristo resucitado.  Tomás no estaba presente cuando Jesús se apareció a sus discípulos en la casa con las puertas cerradas.  Entonces, Tomás hizo una declaración famosa a los demás apóstoles: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.”  De hecho, Tomás tocó a las manos de Jesús y su costado cuando apareció de nuevo a los discípulos una semana después. A través de este encuentro con el, Tomás estaba capaz de creer en Jesús y la resurrección. Sin embargo, este incidente que mostró el escepticismo de Tomás le gana el título “el incrédulo". Pero, este título no cuenta toda la historia sobre él. Tomás se convirtió en misionero. Llevó el Evangelio a la gente de la India y murió como mártir de la fe. Tomás tenía dudas, pero muchos de nosotros tenemos dudas en algunos momentos de nuestra vida. Podemos recordar Tomás como creyente, no solo como incrédulo?  Tomás dudó, pero con sus dudas le llevó a tocar las heridas de Jesús. Al tocar esas heridas le llevó a la creencia.  En esta historia de Tomás, vemos la misericordia y la gracia de Dios.  Tomás creció en sus duda y se convirtió en un verdadero testigo de la fe en esas simples palabras: "¡Señor mío y Dios mío!"
      Es un Evangelio perfecto para nosotros de escuchar hoy en el Domingo de Divina Misericordia.  El Papa Juan Pablo II declaró el Segundo Domingo de Pascua el Domingo de la Divina Misericordia  cuando celebró el Año Jubilar de 2000 en la misa en la que la Hermana Faustina Kowalska fue canonizado. Hermana Faustina, una monja en Cracovia, Polonia, tuvo una visión de la Divina Misericordia de Jesús en 1931, acompañado por estas palabras: "Yo deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas, y especialmente para los pobres pecadores. Ese día la profundidad de mi misericordia tierna está abiertas. Yo desahogo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de mi misericordia ".  Con esta declaración de la Divina Misericordia, la devoción a la Divina Misericordia de Jesús y la coronilla de la Divina Misericordia son muy populares entre los católicos del mundo.  Sin embargo, la celebración de hoy es más amplia de la Coronilla de la Divina Misericordia. El mensaje que todos nosotros debemos recibir hoy es que el amor y la misericordia son para toda la humanidad. Dios da la bienvenida a todo el mundo - ese es el mensaje que la Iglesia y nuestro Papa Francisco dan al mundo. Su misericordia está ahí para aquellos que no han cultivado una relación con Dios en sus vidas, para aquellos que están sobrecargados en la realidad de sus vidas, para aquellos que tienen sentimientos de dolor con sus experiencias en la Iglesia.  Si nos acercamos al trono de la misericordia de Dios en nuestra humildad y nuestra creencia como lo hizo Tomás, podemos cambiar nuestra vida.  Los dos rayos que brillan del corazón de Cristo a la imagen de su Divina Misericordia representan la sangre y el agua - su divinidad y su humanidad.  Estos rayos demostrar cómo el amor y la misericordia de Dios llegan a nosotros a través de Cristo crucificado y resucitado.
      Al celebrar la Divina Misericordia de Dios por nosotros, debemos darnos cuenta que tenemos una responsabilidad.  Somos testigos del amor y la misericordia de Dios en el mundo, para hacerlo con toda la sinceridad de corazón.  Es el deseo del Papa Francisco para nosotros, los fieles. Apenas el mes pasado, el cuarto domingo de Cuaresma, el Papa declaró el Año Jubilar de la Misericordia – comienza con la solemnidad de la Inmaculada Concepción - el 8 de diciembre de este año – y continua hasta la celebración del Cristo Rey el 20 de noviembre de 2016.  El Papa quiere que la celebración de este Santo Año Jubilar da testimonio de la Iglesia a la misericordia de Dios.  Confiamos en que este Año Santo de la Misericordia será un don para nuestra Iglesia y para el mundo.  Podemos sentirnos la misericordia de Dios en nuestros corazones hoy al celebrar esta temporada de Pascua con esperanza y alegría.

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