Thursday, January 22, 2015

1/25/2015 – tercer domingo del tiempo ordinario – Marcos 1:14-20

      Cada uno de nosotros tenemos la llamada para ser discípulos de Jesucristo.   Estamos peregrinos en este mundo como sus discípulos.  Hoy, en el Evangelio, escuchamos la llamada de Jesús en la vida de cuatro pescadores.  Estos cuatro jóvenes dejaron su trabajo para seguir a Jesucristo.  Ellos cambiaron su camino totalmente. 
       Cuando Jesús empezó su predicación del reino de Dios en Israel, el comenzó en una manera muy particular.   Jesús anunció al todos los hombres: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”  No sabemos si Andrés y su hermano Simón eran discípulos de Juan el Bautista antes de su entrada a la cárcel.   No sabemos si ellos conocieron las enseñanzas de Jesús antes de este encuentro cerca de la orilla del lago de Galilea.   No importa si no conocemos estos detalles. Podemos reconocer como discípulos modernos de Cristo que estos dos hermanos tenían confianza en Jesucristo, que ellos tenían confianza en Dios y en su palabra. 
       Ellos estaban caminando a un camino muy particular en sus vidas.  Ellos eran trabajando y viviendo en una manera muy común en su cultura y en su sociedad.  Pero, con esta llamada, con la presencia de nuestro Señor en su vida,  ellos podían reconocer el momento que ellos necesitaban revisar su camino, que habían otros caminos y otros senderos allí en su vida.  En verdad, es un desafío para cambiar nuestro camino, nuestra rutina, y nuestra dirección.  La semana pasada, yo estaba en un taller de liderazgo para los sacerdotes de nuestro diócesis.  El perfil de mi personalidad dice: Para ti, no te gustan las sorpresas, la ambigüedad, y los cambios.  Para ti, te gustan el ambiente y las relaciones tranquilos y estables.  Pero, muchas veces, la llamada de Dios tiene muchos desafíos y muchos cambios y mucha ambigüedad en nuestro camino de fe.  No sabemos los problemas y las dificultades que estos dos hermanos tenían en sus vidas antes de la llamada de Jesús, ni los desafíos que ellos tenían como discípulos tampoco.  Pero, con esta llamada, ellos recibieron la fuerza y la inspiración de cambiar sus vidas y de aceptar a Dios. Faltamos algo en nuestras vidas si no contestamos la llamada de Dios, si no recibimos la invitación de Jesús con corazones abiertos. 
      La semana pasada, tuvimos un encuentro con nuestros miembros en la formación de teología y liderazgo.  Hora, ellos tienen la llamada de participar como líderes en ministerios y evangelización en nuestra parroquia.  Es un desafío, por supuesto.  Es algo nuevo y diferente.  Pero, ellos tienen esta llamada de Dios.
      Tal vez, tenemos muchas expectativas sobre la presencia de Dios en nuestra vida, sobre su llamada.  Tal vez, tenemos un punto de vista de nuestra religión, de nuestro Dios, que es fijo.  Según los judíos en Israel, el Mesías debería venir con mucho poder y mucha fuerza, como un líder de su nación. Podemos quedar sordos y ciegos sobre la Palabra de Dios si no queremos dejar esta expectativas que tenemos, si no tenemos una imaginación para aceptar esta llamada. 
       Hay el grito de Jesús en nuestra vida, es seguro ¿Qué está dice?

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