Sunday, December 7, 2014

12/8/2014 – Immaculate Conception – Thursday - Luke 1:26 - 38; Ephesians 1:3-6, 11-12

Tomorrow, on the solemnity of the Immaculate Conception, I am celebrating two masses - one in English and the other bilingual (Spanish and English). Below is the homily in Spanish/English.   

      Even though today’s celebration of the Immaculate Conception is designated a holy day of obligation, even though it goes back to a belief developed in the early Church, some faithful Catholics today would have a difficult time explaining what this solemnity is all about.  When many of us hear the phrase “immaculate conception” in the midst of the Advent season as we are preparing the arrival of Christ into the world at Christmastime, we might think that this celebration is all about how Jesus was conceived in Mary’s womb miraculously and without sin.  This is even more true when we hear the Gospel reading of the Annunciation from Luke today.  Yet, today’s celebration is all about how Mary herself was conceived in her mother’s womb without sin.
        During the Advent season, we are on a journey of hope and joy as we prepare a place for the Lord in the our heart. Different prophets and signposts help us on that journey.  The Immaculate Conception is one of those signs, as our focus in the Gospel today is on the motherhood of Mary. As a priest, I cannot state too many times how important it is for us to remember that we don’t honor Mary for her own sake.  Rather Mary always points us in the direction of her Son.  She always is there to help us increase our faith in him, to develop our relationship with him. 
          Today’s solemnity of the Immaculate Conception honors Mary’s unique role in the history of salvation, for the redemption that is accomplished through the Son of God. In today’s Gospel, the Angel of the Lord greets Mary with these simple words: “Hail, full of grace, the Lord is with you.” We pray these very words again and again each time we pray the rosary. C. Through our understanding that Mary herself was conceived without sin, through the dogma of the Immaculate Conception that was declared by Pope Pius IX in 1854, we are able to understand that even before the actual conception of our Savior Jesus Christ in his mother Mary’s womb, Mary is proclaimed full of grace by our Lord. 
           Today, we honor Mary as our Mother in our celebration of the Immaculate Conception.  As we strive to grow in our life of discipleship during this holy season of Advent, may we pray for ourselves and for our brothers and sisters, that we may all grow in our devotion to Mary and in our love for her.
               En nuestra celebración de la Inmaculada Concepción, escuchamos el Evangelio de San Lucas donde la Virgen María cooperó con Dios y ella aceptó la voluntad de Dios en su vida, a pesar de que las palabras que el ángel dijo fueron muy preocupante para ella al inicio.  Ella podría haber rechazado el mensaje traído por el ángel.  Ella podría haber seguido su propia voluntad y sus propios deseos.  Por María contestó afirmativamente a Dios y se convirtió en la primera discípulo de nuestro Señor Jesucristo.  María se sometió a la voluntad de Dios a pesar de que ella no entiende totalmente el mensaje del ángel.
            En la carta a los Efesios, Pablo nos llama a vivir en una vida de santidad, para vivir de una manera que alaba y glorifica a Dios.  María es un gran modelo para nosotros en cómo debemos vivir una vida de santidad, en la forma en que nosotros mismos debemos vivir como discípulos de Cristo. María no huyó de Dios en miedo - ella no buscó una solución rápida para tener una vida más fácil y con mas placer. Ella misma se sometió a Dios, para seguir su voluntad y para mirar las bendiciones que Dios le ha dado en su vida.  María decidió a dar a Dios gracias y alabanza.
        Hoy honramos a María como nuestra Madre en nuestra celebración de la Inmaculada Concepción.  En nuestro camino en este tiempo santo de Adviento, podamos orar por nosotros mismos y por nuestros hermanos, para que todos podamos crecer en nuestra devoción a María y en nuestro ternura por ella.
        En nuestra celebración de la Inmaculada Concepción, escuchamos el Evangelio de San Lucas donde la Virgen María cooperó con Dios y ella aceptó la voluntad de Dios en su vida, a pesar de que las palabras que el ángel dijo fueron muy preocupante para ella al inicio.  Ella podría haber rechazado el mensaje traído por el ángel.  Ella podría haber seguido su propia voluntad y sus propios deseos.  Por María contestó afirmativamente a Dios y se convirtió en la primera discípulo de nuestro Señor Jesucristo.  María se sometió a la voluntad de Dios a pesar de que ella no entiende totalmente el mensaje del ángel.
            En la carta a los Efesios, Pablo nos llama a vivir en una vida de santidad, para vivir de una manera que alaba y glorifica a Dios.  María es un gran modelo para nosotros en cómo debemos vivir una vida de santidad, en la forma en que nosotros mismos debemos vivir como discípulos de Cristo. María no huyó de Dios en miedo - ella no buscó una solución rápida para tener una vida más fácil y con mas placer. Ella misma se sometió a Dios, para seguir su voluntad y para mirar las bendiciones que Dios le ha dado en su vida.  María decidió a dar a Dios gracias y alabanza.
        Hoy honramos a María como nuestra Madre en nuestra celebración de la Inmaculada Concepción.  En nuestro camino en este tiempo santo de Adviento, podamos orar por nosotros mismos y por nuestros hermanos, para que todos podamos crecer en nuestra devoción a María y en nuestro ternura por ella.


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