Wednesday, October 8, 2014

10/12/2014 – XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario – Mateo 22,1-14

       ¿Cual es la importancia del banquete en las lecturas que escuchamos hoy? Necesitamos recordar que el pueblo judío en el Antiguo Testamento y en la época de Jesucristo creía que solamente ellos se salvarían en su fe en Dios, que sólo los judíos serán capaces de recibir esta salvación.  Pero, en el Evangelio de San Mateo, Jesús rompe esta ilusión.  El nos explica que la salvación está abierto a toda la humanidad.  La invitación de Dios a los judíos no es solo para ellos - es una invitación para los gentiles y los paganos – y para nosotros.  Muchos de los gentiles la época de Jesús no tenían ninguna relación con Dios, y pensaban que no había la posibilidad de tener una relación con El. Para muchas personas en el mundo hoy, la Buena Nueva de Jesucristo es una auténtica novedad en sus vidas.  Para ellos, no existe una historia enlazada con Dios en su camino.  Ellos tienen que buscar los caminos nuevos para relacionarse con Dios.  Pero, con frecuencia, ellos no conocen como pueden hacerlo.
      Todos de nosotros somos invitados al banquete del Señor, pero algunos de nosotros estamos mal vestidos como los hipócritas, o como ellos que no están preparados para tener un encuentro con Dios, o como ellos que no pueden abrir sus corazones a su mensaje divino.  El traje que llevamos en el banquete no significa simplemente algo físico, pero también la condición de nuestros corazones y la manera que vivimos en el espíritu del Evangelio.  Podemos reflexionar sobre la vida nueva que tenemos en Dios y en el espíritu que tenemos en nuestro interior, sobre el tiempo que dedicamos para cultivarlo. Dios nos da esta invitación en los caminos y en la realidad de nuestra vida.  El da esta invitación a los pecadores, a los pobres de corazón, a ellos que nunca esperaban una invitación al banquete del Reino de Dios.
     Con la invitación que tenemos a este banquete, necesitamos aprender que tenemos una vida nueva en El, que necesitamos cambiar nuestra vida, que no podemos vivir como antes nuestro encuentro con El.  Con esta invitación, debemos vestirnos en santidad, en pureza, en obras buenas, y en solidaridad con nuestros hermanos y con los marginados.   Cuando vamos al encuentro con nuestro Señor, estamos en tierra santa.  Estamos en el banquete del Señor ya en el presente.   

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