Friday, March 16, 2012

3/18/2012 – el cuarto domingo de Cuaresma – Juan 3:14-21


        Para creer en Jesucristo no es algo muy fácil.  Pero, para ser su seguidor no es una decisión que podemos hacer sin consecuencias.  Podemos mirar que dice en el Evangelio de hoy: “El que cree en El, no será condenado. Pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.”  Son palabras muy fuertes. 
Escuchamos muchas voces en nuestro mundo moderno.  En estas semanas antes de Pascua, estamos en el desierto con Jesús.  La Iglesia nos dice, en verdad Cristo nos dice, que tenemos las disciplinas de oración, ayuno, y limosnas durante estos 40 días.  Tenemos la llamada durante Cuaresma para examinar nuestros corazones y la relaciones que tenemos con Dios y con nuestros hermanos, para mirar la manera que necesitamos cambiar nuestra vida.  El mundo moderno dice que es tanto y sin mérito para hacer las disciplinas de Cuaresma.  Un hombre me dijo que el va a ayunar de brócoli esta Cuaresma porque no le gusta el brócoli.  No tenemos las disciplinas de Cuaresma para ponerlos en ridículo.  Para nosotros como católicos, no es suficiente para creer.  Para creer es la base de nuestra fe.  Pero necesitamos vivir las enseñanzas de Jesucristo – necesitamos ponerlas en práctica.  Nuestra fe no es una teoría – es nuestra vida.
“Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”  Este verso del Evangelio de Juan es tal vez el verso mas conocido de la Biblia.  Podemos decir en la luz de este mensaje de Dios que no somos capaces por nosotros mismos de justificarnos en nuestra fe cristiana.  No somos capaces de santificarnos o de salvarnos.  Necesitamos decir, necesitamos entender sin reservación, que nuestra salvación depende primeramente de Dios.
Pero, necesitamos reconocer nuestra responsabilidad en nuestra fe también.  Nosotros, como seres humanos, tenemos una participación en la vida de fe, en el Reino de Dios.  Tenemos que dar respuesta a todas las gracias que Dios nos ha dado. Nuestra participación en Cuaresmo, nuestra acompañamiento con Cristo en su vía cruces, en su 40 días en el desierto, es una manera para vivir nuestra fe, es una manera para dar gracias a Dios y para reconocer la autoridad de Jesucristo en nuestra vida. 
Me gusta mucho el mensaje que San Pablo nos da en la lectura de la carta a los efesios hoy día.  “La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y El nos dio la vida con Cristo y en Cristo. Por pura generosidad suya hemos sido salvados.”  En la misericordia de Dios, en su amor, estamos caminando con Jesús esta Cuaresma.  Cuando estamos cayendo en nuestro camino, cuando estamos sufriendo, estamos con Cristo en su viaje también.  Si, por pura generosidad de Dios, hemos sido salvados.  

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