Thursday, January 19, 2012

1/22/2012 – homilia - tercer domingo del tiempo ordinario – ciclo B - Marcos 1:14-20


         Cada uno de nosotros tenemos la llamada para ser discípulos de Jesucristo.  Estamos peregrinos en este mundo como sus discípulos.  Hoy, en el Evangelio, escuchamos la llamada de Jesús para cuatro pescadores.  Ellos dejan su trabajo para seguir a Jesús.  Ellos cambian sus totalmente. 
Cuando Jesús empezó su predicación del reino de Dios en Israel, el comenzó en una manera muy particular.  Jesús anunció al todos los hombres: “He llegado el tiempo, y el reino de Dios está cerca.  Conviértanse a Dios, y acepten con fe sus buenas noticias."
         No sabemos si Andrés y su hermano Simón eran discípulos de Juan el Bautista antes de su entrada a la cárcel.  No sabemos si Andrés y Simón conocieron las enseñanzas de Jesús antes de este encuentro cerca de la orilla del lago de Galilea.  No importa si no conocemos estos detalles. Podemos reconocer como discípulos modernos de Cristo que estos dos hermanos tenían confianza en Jesús, que ellos tenían confianza en Dios y en su palabra. 
         Ellos estaban caminando a un camino muy particular en sus vidas.  Ellos eran trabajando y viviendo en una manera muy común en su cultura, en su sociedad. Pero, con la llamada de Jesús, con su presencia en sus vidas,  ellos podían reconocer el momento que ellos necesitaban revisar su camino, que habían otros caminos y otros senderos allí en su vida.  En verdad, es un desafío para cambiar nuestro camino, nuestra ruta, nuestra dirección.  No sabemos los problemas y las dificultades que estos dos hermanos tenían en sus vidas antes de la llamada de Jesús, ni los desafíos que ellos tenían como discípulos tampoco.  Pero, con esta llamada, ellos recibieron la fuerza y la inspiración de cambiar sus vidas y de aceptar a Dios.  Faltamos algo en nuestras vidas si no contestamos la llamada de Dios, si no recibimos la invitación de Jesús con corazones abiertos. 
         Tal vez, tenemos muchas expectativas sobre la presencia de Dios en nuestra vida, sobre su llamada.  Tal vez, tenemos un punto de vista de nuestra religión, de nuestro Dios muy rígido y muy cerrado. Según los judíos en Israel, el Mesías va a venir con mucho poder y mucha fuerza, como un líder de su nación.  Podemos quedar sordos y ciegos sobre la Palabra de Dios si no queremos dejar esta expectativas que tenemos, si no tenemos una imaginación para aceptar esta llamada. 
         Hay el grito de Jesús en nuestra vida.  ¿Qué está diciendo?

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