Friday, December 16, 2011

12/18/2011 –Homilia del Cuarto Domingo del Adviento – Ciclo B - Lucas 1, 26-38


Estamos al último domingo de adviento, al fin de las semanas de preparación que tenemos antes del nacimiento de nuestro Señor en nuestro mundo.  En el segundo y en el tercero domingos de adviento, escuchamos la voz de Juan el Bautista gritando en el desierto. Juan estaba preparando un camino para la llegada de Jesucristo.  En el Evangelio de hoy, escuchamos la voz de María cuando ella estaba recibiendo el mensaje del Ángel Gabriel. 
Al inicio de este encuentro entre María y el Ángel en el Evangelio, ella tenía miedo del contenido de su mensaje.  Es verdad, a veces, no queremos escuchar a la voluntad de Dios en nuestra vida.  Pero, el Ángel le dice a María: “ No tengas miedo.” Dios nos dice lo mismo: que no debemos tener miedo en la presencia de nuestro Señor.  Pero, a veces, tenemos miedo en nuestra vida, en nuestra vida de fe, porque pensamos que Dios está muy lejos de nosotros, que Dios ha olvidado de nosotros. Como la Virgen María tenía el favor de Dios en el mensaje del Ángel, nosotros estamos en su favor en una manera como su discípulo.  Es verdad que Dios no se olvida de nadie, como Él no se olvidó de María.   
María tenía esta experiencia de Dios en su vida.  Tenemos una experiencia de Dios en nuestra vida también, una presencia con Él.   Pero, a veces, no estamos consciente de su presencia.  Yo estaba hablando con los prisioneros de la cárcel en mi ministerio la semana pasada, y algunos me dijeron que ellos no tenían ningún conocimiento de Dios por muchos años antes de ir a la cárcel.  Probablemente, la falta de una espiritualidad y una relación con Dios es la razón que ellos están en la cárcel. A veces, estamos en una esclavitud peor de una cárcel cuando estamos afuera de Dios en nuestra vida.  Con el mensaje del Ángel, María tenía una propuesta muy importante, y ella tenía la libertad de aceptar o rechazar esta propuesta como nosotros tenemos esta libertad también.  Si no estamos atentos a la voluntad de Dios en nuestra vida, su propuesta para nosotros no significa nada. 
Estamos una semana antes del nacimiento de Jesús en nuestra vida, en nuestro corazón.  La Virgen María nos da un ejemplo muy buena que podemos seguir en nuestras vidas.  ¿Cómo estamos reaccionando a la presencia de Dios en nuestra vida?  ?Estamos consciente a su presencia, a la experiencia que tenemos con Él?

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