Saturday, November 19, 2011

11/20/2011 – Homilía - Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo – Ciclo A – Mateo 25, 31 - 46


       Estamos en el último Domingo del año litúrgico en nuestra Iglesia, una fecha muy importante en nuestras vidas como católicos.  En el Evangelio de hoy, Jesús nos explica la conexión que existe entre nuestra fe, nuestro mundo, nuestra conducta, y el juicio último que tendremos con Jesús, nuestro rey, llegará otra vez a nuestro mundo.  Es seguro que todos de nosotros vamos a salir este mundo material cuando entramos nuestra vida eterna con Cristo. 
         Es verdad, para ser discípulo de Jesucristo, no es una teoría o algo que solo podemos aprender en la Biblia.  Al contrario, seguir Jesucristo es algo muy práctico en nuestra vida de fe.  Es algo que necesitamos practicar y vivir.  En el juicio último, Jesús nos habla sobre los grandes sacrificios y las grandes renuncias que necesitamos hacer en nuestra vida.  Jesús habla sobre las obras pequeñas que podemos hacer – las obras de caridad y de amabilidad que podemos hacer día tras día, en los momentos ordinarios que tenemos cada día.  No importa para Jesús si tenemos mucho poder o mucho dinero o mucha influencia en el mundo.  En nuestra vida aquí en la tierra, necesitamos dar comida al hambriento, algo de beber al sediento, la ropa a la persona que no la tiene.  Necesitamos visitar al enfermo al hospital y al prisionero a la cárcel.  Estas acciones de caridad son muy importante según Jesús.
         Pero, estas buenas obras son mas de buenas obras – tienen su profundidad en la base de nuestra fe, en nuestra relación con Jesucristo, en los valores del Evangelio de nuestro Señor.  Hay seguidores de Cristo que están preocupados en lo que ellos llevarán en sus manos en su encuentro de nuestro Señor al juicio último.  Pero, no es importante lo que llevamos – es importante como nosotros vivimos como servidores en nuestro mundo, servidores a los pobres y los mas necesitados del mundo.  Es nuestra misión.  Es nuestra responsabilidad.  Necesitamos hacerlo si Jesucristo es nuestro rey.  

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